lunes, 1 de marzo de 2010

Acoso al intimidad

Estar enferma es una calamidad. Además de que te encuentras horrible, tu vida se vuelve una serie de catastróficas desdichas.
Lo que más odio es ir al médico y lo evito como la peste. Reconozco, sin sonrojarme ni un poquito, que me automedico a dolor. Carmina Ordóñez estaría orgullosa de mis talentos.
La cuestión es que a veces no me queda más remedio que ir, así que me he buscado un doctor honoris causa en paciencia para esos casos límite.
Cada vez que voy, tengo que asumir que me va a llevar un buen rato... y no porque me haga esperar, que me pasa de primera. El problema es que habla muchísimo, tanto como Protocolo, si es que eso es posible. Yo creo que debería de haberse hecho predicador, en vez de médico... pero ahora ya no hay remedio.
El otro día tuve que ir a hacerle una visita. Me encontraba bastante pachucha, con un bajón de glamour terrible y una fiebre considerable.
Me senté en el confidente como pude, y lo miré con cara de perrito pachón. Él estaba contento de verme por allí, a pesar de lo lamentable de mi estado. Los médicos son una raza cruel.
Después de los oportunos saludos, recuerdos a mi familia y otras preguntas que le habría podido responder por e-mail perfectamente en vez de estar allí agonizando me dice:
- Bueno ¿qué te pasa?
- Me encuentro mal ¿no me ves?- respondí blandiendo un puñado de kleenex usados que llevaba en el bolsillo.
Él, que vive en un estado beatífico, salvo cuando le sacan el tema de la Seguridad Social (que se transforma en plan Jekyll & Hyde), encuentra muy graciosa mi intolerancia a la enfermedad.
- ¿Tienes fiebre?
- Si
- ¿Cuánta fiebre?
- 39 casi
- ¿Y mocos?
Saco otra vez los pañuelos del bolsillo y se los agito por toda respuesta
- Vale, vale... ¿de qué color?
¡Uyy! ¡ya empezamos con las preguntas indiscretas!
- Rosa
- En serio, es importante ¿de qué color?
Aquí comencé a impacientarme.
- Pues un suave amarillo canario con vetas en tonos melón.
- Bien ¿y expectoraciones?
- ¡Uuuuuyyy!
- Tengo que hacerte estas preguntas, ya lo sabes
- ¿Y por qué la hija de Belén Esteban tiene derecho a la intimidad y yo no?
- Seguro que ella también tiene que responder a las preguntas que le hace su médico
- Seguro que no, que le ponen un borrón delante para que no se la reconozca ¿no podríais hacer eso aquí?
- No, necesito verte la cara, ya lo hemos hablado
- Pues me pongo detrás del biombo ése, enchufamos una lámpara y te respondo a las preguntas en contraluz, como los clientes misteriosos de las pelis de detectives.
- Noooo
- ¿Y no puedes enchufarme a una máquina que te diga lo que tengo? con los coches lo hacen. Avanza más la ingeniería del automóvil que la medicina. Esto es una injusticia social.

Mi médico me conoce. Son muchos años peleando. Entornó los ojos de forma amenazadora y se inclinó hacia adelante.
- Puedo pedirte una endoscopia, si lo prefieres
- ¡Ni hablar! Eso de ninguna manera. Además, mi estómago está perfectamente.
- Pues responde a mis preguntas.

Y no me quedó otra. Lo dicho. Los médicos son raza cruel y cotilla.

1 comentario:

  1. A alguien tendrás que contarle el lado oscuro de tu existencia, que es como lo de los mocos, que si no los echas fuera se te pegan al pulmón y después ni con el Siliván se sacan...

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