miércoles, 3 de febrero de 2010

El alterne

A pesar de ser deliciosamente sofisticado, Cary Grant es capaz de tirar la puerta del baño de un garito si una amiga lo necesita. Doy fe. Cuando atravesábamos nuestra divertidísima época “todo va mal” tuvo que rescatar a la generalmente apocada administrativa de Niñatos Jugando a Trabajar, que se había cogido una cogorza de impresión y se había quedado dormida agarrada a la taza del váter de un local de ambiente al que íbamos a enloquecer y a jugar a los puntos y minipuntos.

Al ver que la borrachina no respondía, y que había pasado el cerrojo, Cary Grant hizo acopio de todos sus recursos dramáticos para pedirnos que nos retirásemos un poco y abrir de una patada la puerta.

Creo que se debió de esguinzar el tobillo, porque tampoco es que tuviésemos por costumbre andar por ahí como Bruce Lee, y además yo me tragué una bronca del dueño del pub que ni te cuento, pero la embriagada rubia estaba a salvo, y Cary Grant orgulloso de su heroica intervención... así que todos contentos (menos el propietario del local y el novio de Señorita Butter, que tuvo que hacerse cargo del cadáver mientras nos gritaba que no volvería a dejarla salir con nosotros).

Creo que somos amigos desde que se vino a vivir a Aldea Sin Vacas Con Pretensiones de Capital y podría decir sin temor a equivocarme que ha sido testigo (y a veces cómplice) de alguno de mis más hilarantes momentos, y de otros realmente vergonzosos... pero como yo no los confesaré ni bajo amenaza de que me quemen el armario, y él es un buen amigo, nunca se sabrán (o sí, porque yo con dos Mar de Envero me pongo en modo confesión y empiezo a largar mis trapos sucios como en una lavandería).

El caso es que Cary Grant y Magnolia de Acero superaron el “Todo va Mal” y, como es lógico, maduraron. Yo seguí poniéndome morada de puntos y minipuntos, y continuando el concurso por mi cuenta mientras ellos recuperaban la sensatez y se enamoraban de sendas personas maravillosas.

El único defecto de ambos, si es que es un defecto, es que cuando hay amor no hay dolor... y me cuesta más quedar con ellos que conseguir un Front Row en Zac Posen. Pero yo les quiero igual y hemos ido encontrando el modo de vernos. Con Magnolia de Acero voy al basket, y con Cary Grant de alterne.

Vivir en Aldea Sin Vacas me encanta, para qué nos vamos a engañar. Lo hice un tiempo en la City y me lo pasé como una enana... pero Aldea Sin Vacas es la capital de mi propio reino, y yo soy así de sentimental.

Es verdad que a veces una se pierde los fiestones y glitter eventos... pero también es cierto que no necesito eso para ser rabiosamente feliz.

El alterne es un fenómeno curioso que se da en todas partes (creo yo, que nunca he estado en Laponia y no se debe de hablar de lo que una no sabe). Aquí en ASV alguien organiza un evento o inaugura algo y, como por arte de magia aparecen los Lemmings.

A parecer, eso de que los lemmings se suicidan en grupo para regular su población es una leyenda urbana similar a la de Ricky Martin... Parece ser que estos animalillos peludos migran en grupo y tienen un sentido de la orientación un poquito regular... por eso a veces se despeñan en masa.

Los lemmings de ASV también llevan frondosos abrigos de piel, actúan en grupo, y no gozan de mucho criterio a la hora de decidir dónde tomarán los pinchos. Esto hace que una a veces se encuentre 20 lemmings flipando en una performance preguntándose cuándo empezará el cocktail, que es en realidad a lo que vienen.

Yo no sé quién las convoca, debe de ser algún instinto, pero allí están ellas siempre dispuestas a besuquear a todo el mundo y hacer pintorescas observaciones tanto sobre sesudos estudios literarios como sobre los flujos demográficos en el África Negra. Lo que les echen.


Hay otro fenómeno del alterne que nos produce bastante inquietud: la democratización del photocall (Cary Grant dixit). No hace tanto que uno llegaba a ese tipo de sitios y, sencillamente, daba su nombre en la puerta y entraba. Los fotógrafos venían y hacían su trabajo: en unos casos localizar a la gente verdaderamente interesante (y habitualmente escurridiza) y en otros evitar al típico que se coloca oportunamente cada vez que salta un flash.

Ahora en todas partes ponen esas bambalinas pintarrajeadas y te obligan a pararte allí para dejarte medio cegata con los fogonazos ¡y mira que yo soy de posar!... pero no encuentro muy apropiado salir en la prensa dominical con cara de “te voy comer tó lo negro” junto a lemming bien abrigadillo y sonriente.

Estoy temiéndome que la próxima vez que vaya al súper me obliguen a inmortalizar el momento antes de coger el cesto de la compra.


La verdad es que a nosotros nos da un montón de pereza lo del alterne. No sé muy bien por qué, porque para ser sinceros pasamos bastante de alternar y nos dedicamos a hablar de nuestras cosas obviando todo lo que nos rodea excepto a los lemmings, que son muy rápidas con los ibéricos.

Nos sumimos de tal modo en nuestras charlas que, en una ocasión en que asistimos a una macro celebración del aniversario de un museo, se acercó una amiga de Cary Grant para presentarle al director de la famosa pinacoteca. Él lo saludó con amabilidad y le estrechó la mano para, acto seguido, darle la espalda y continuar nuestra conversación. El hombrecillo de las gafas se quedó un buen rato esperando, allí plantado como un ficus. Yo, que lo estaba viendo, empecé a sentirme un poco violenta, pero Cary Grant estaba tan entusiasmado contándome aquello que, hasta que el hombrecillo de las gafas entendió que allí no pintaba nada y se fue, no conseguí decirle ni pío, y para entonces ya no había remedio.

Pero el súmmum del alterne, el que yo recordaré cuando sea una viejecilla como la de Titanic y vea desde un submarino los restos de ASC, fue un jueves que se nos juntó la inauguración de una tienda de Hugo Boss y de una galería de arte. Primero fuimos a acompañar a los lemmings a aquel acto donde había un porrillo de famosos y nos encontramos con Una Vez Leí un Libro. Si hay alguien de quien Cary Grant sea fan, ésa es Ana Torrent... y allí estaba ella, más aburrida que en una sesión de la Real Academia Española...

Yo, por un amigo, como la Esteban: “ma-to”. Entre eso, y que me había bebido un par de vinitos y los lemmings se habían apoderado de todas las tempuras, agarré a Cary Grant de la mano y lo llevé hacia su mito. A mi ella me parece más sosa que un plato de brécol cocido y sin sal, si no fuera porque no le he visto bigote diría que se parece a una anchoa, flaquita y tristona. Me dio ganas de darle algo para que se comprara un bocadillo, por mucho vestido de Hugo Boss que llevara... pero pensé que le podría sentar mal, y decidí portarme lo mejor que sé.

Me planté delante de ella, le sonreí muchísimo en plan mono del Amazonas y le espeté:

- ¡Hola! Ya sé que esto parece un poco raro, pero es muy importante para mi amigo.

Cary Grant se situó delante de ella, se puso todo serio y le dijo:

-Hola, me llamo Ángela y me van a matar.


La anchoa sin bigote se quedó muertecita. Aprovechando la confusión, saqué la Sony de mi clutch y nos hicimos una foto con ella para la posteridad, en plan japo (y para acordarnos al día siguiente, que albariño va albariño viene, y con los lemmings exterminando todo lo comestible ...).


Después, y con el botín en la mano (lo bueno del alterne es que te suelen regalar cosas, te invitan a vino y encima te hacen regalos... ahora que lo pienso, no sé por qué no nos prodigamos más) nos dirigimos a nuestro segundo evento de la velada. Tratamos de ponernos un poco serios porque la gente de la galería nos caía muy bien, y no queríamos quedar como dos cretinos alcoholizados.

Entramos en la galería y vimos la primera de las instalaciones: un montón de cajas de cartón apiñadas que ponían en inglés “esta caja contiene arte”.

Yo es que nunca he llevado gafas, y debe de ser por eso que no acabo de captar esos conceptos tan elevados.

Se oía la música y la gente al fondo en la galería y no había señores de esos serios de Securitas Direct a la vista. Nos miramos y de repente tuvimos una inspiración cinéfila:


- Siempre quise robar arte - le dije - me parece muy elegante.

- Como en “Atrapa un ladrón” -apuntó él comprensivo.


Cogimos cada uno una caja y salimos de allí corriendo.

Siempre pienso que tengo que enmarcar esa foto como se merece.


2 comentarios:

  1. Ya sabes que no debes decir nada antes de hablar con tu abogado.

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  2. Sería lo más sensato... pero parece que tengo incontinencia verbal

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